Los seres humanos percibimos la vida a través de nuestros sentidos físicos y respondemos ante cualquier impulso desde nuestro cerebro racional. De niños recibimos una educación que nos lleva a desarrollar determinadas conductas y parámetros de comportamiento, a partir de los cuales se generan nuestras acciones. Pero ¿Qué sucedería si nos diéramos cuenta que hay algo más sabio que nuestra razón? ¿Qué pasaría, si actuar desde ese algo produjera resultados más satisfactorios? ¿Qué tal si las respuestas no estuvieran en la razón o en el exterior? y ¿Si lo correcto fuera escuchar a nuestra intuición?

La intuición está definida como la capacidad de conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata sin que intervenga la razón, esa que calcula beneficios o amenazas, proporciones, hace juicios, se deja llevar por etiquetas, determina lo correcto o incorrecto según sus creencias y realiza un montón de predicciones del futuro sobre lo que pasará; cuando en realidad las variables de nuestro mundo son tan infinitas que controlarlas es imposible.

Un ser humano intuitivo sabe qué camino tomar a cada instante. Va más lejos de sus sentidos y logra experimentar una conexión con todo lo que le rodea. Por esta razón, percibe lo que hay en las otras personas, comprende que cada suceso en su vida es perfecto y genera una realidad abundante a partir de acciones y elecciones correctas en su presente.

Nuestro ser o niño interior como muchos suelen llamarlo, tiene toda la sabiduría ancestral que necesitamos para actuar y decidir de forma correcta sin dañar a nadie, el dilema está en que hay demasiado ruido mental y esto hace difícil escuchar lo que este niño nos dice a cada momento. Entonces, si en realidad queremos actuar desde el sabio que hay dentro de cada uno, será indispensable aquietar nuestras mentes, estar presentes y refinar nuestros sentidos para que no solo vean, escuchen y sientan lo que hay fuera sino que se concentren en el sabio que llevamos dentro.

¿Cómo escuchar, ver y sentir al niño o sabio interior?

Soledad y Tiempo

Somos seres sociales, disfrutamos de la compañía de los demás. Esto es algo agradable y es una forma de dar y recibir que al fin y al cabo es lo que nos enriquece; pero sólo en la soledad podemos conocernos, comprendernos y aprender nuestro lenguaje interior.

He visto cómo muchas personas buscan mantenerse ocupadas en todo momento, trabajan, van al gimnasio, estudian esto y luego aquello… están en la continua búsqueda de fiestas, cenas, aventuras, viajes, o en su defecto se sumergen en las redes sociales con el fin de no tener ni un solo instante al día para estar con ellos mismos y así, poder evadirse.

Aunque suena raro, es real, lo sé porque yo también en algún momento de mi vida tuve ese comportamiento. Tenía miedo de ver, oír o sentir mi interior, mi corazón, mi ser, mi yo más puro, mi niño interior y por esto buscaba distracciones para no reconocer mi dolor, mis carencias, mis miedos o incluso para identificar qué me hacía feliz, etc… un día me di cuenta que solo reconociendo lo que había dentro, podría sanarlo.

Es importante que nos regalemos unos minutos al día de soledad o silencio, y nos permitamos descubrirnos.

Presencia

El tiempo distrae nuestra mente del momento presente, que en realidad es el único lugar donde podemos escucharnos, observarnos y sentirnos. El pasado no puede ser cambiado y la única forma de influir en el futuro es actuando en este momento de manera adecuada. Suelta todo lo que no esté aquí y ahora, escucha el silencio entre cada palabra que hay en tu mente; es ahí donde están todas las respuestas, conviértete en el observador y pregúntate:

¿Quién soy? ¿Qué necesito? ¿Cuál es mi función en la vida? ¿Qué busco? ¿Quién puede entregármelo? ¿Es realmente necesario?; poco a poco las respuestas irán emergiendo.

Respiración

Hacerte consiente de tu respiración es la mejor herramienta para comenzar a silenciar al ego. Siente como el aire entra por tu nariz e invade tu cuerpo con energía renovada, percibe cómo con cada exhalación sale de ti cualquier tensión, insatisfacción o incomodidad y comienza a sentir tu cuerpo, tu corazón y tu sabiduría interna.

Ve más allá de los sentidos físicos, busca detrás de las palabras, mira más allá de lo evidente y percibe la realidad. Comienza a encontrar en vez de permanecer en la búsqueda y regocíjate con la belleza de lo verdadero, de lo real, de lo espiritual, de tu energía divina. Deja de intentar SER y comienza a ESTAR, a disfrutar de cada instante y aprende, aprende de cada situación y circunstancia, no importa si es dolorosa o si te llena de alegría, igual !!!APRENDE!!! Entiende a cada persona, cada uno actúa desde lo que cree correcto. Y lo más importante, regalate tiempo para conocerte a ti mismo, para escucharte, para darte lo que necesitas. Lo que aprendas, será para toda tu vida e influenciará tus resultados futuros, así que suelta y fluye, !!!FLUYE!!! con la sabiduría de la naturaleza y de tu naturaleza interior. Sé tú, tu propio maestro.

 Escrito por Catalina Lobo para VALORARTEblog.com

«El intelecto siempre tiene la razón, pero la intuición nunca se equivoca»  Alejandro Jodorowsky

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