¿Alguna vez has experimentado ese hervor interno llamado IRA?, ¿has sentido la necesidad de hacer algo que en tu interior que sabes que no deberías?… yo si lo he sentido, en muchas ocasiones he hecho cosas que no sólo han hecho daño a los demás sino a mi misma, esto me ha llenado de dolor, arrepentimiento y vergüenza por haber actuado de manera incorrecta. En ese momento, aún sabiendo que esa acción podría generar resultados muy negativos, he errado perdiendo el control y permitiendo que el ego dirija mis acciones. Cuando la explosión de la emoción ha terminado y me doy cuenta de que lo que he hecho no es bueno ni para mi ni para nadie, repito en mi mente: “No debí haber actuado de esa manera”.

Somos seres humanos, cometer errores es parte de nuestra naturaleza, estos son indispensables para nuestro aprendizaje y mejoramiento continuo, reconociéndolos y corrigiéndolos podemos  sacar una enseñanza de nuestras experiencias para no repetirlos y generar así mejores resultados. Hoy quiero compartir con ustedes algunas pautas y conceptos que me han ayudado a hacerme consciente de cómo funciona esta emoción en mí, y de cómo lograr detenerla para que no sea mi ego sino más bien mi consciencia quien dirija mis acciones.

¿Qué es la IRA?

Buda decía que la ira era como tomar un carbón ardiendo para lanzarlo hacia otro con la intención de hacerle daño, en el trayecto hacia la otra persona, el carbón se enfriaría, pero en nuestras manos quedaría la profunda herida de la quemadura.

La psicología define la ira como la emoción que se expresa a través del resentimiento, la furia, la agresividad o la irritabilidad con el fin de responder a un ataque o amenaza que percibimos. Pero si lo que percibimos depende de la información que tenemos dentro, de nuestras creencias y de nuestro estado de ánimo, ¿estaremos siendo atacados realmente o será producto de nuestra imaginación?, y si es producto de nuestra imaginación, ¿vale la pena desperdiciar nuestra energía defendiéndonos de ataques inexistentes?

Nuestro cerebro selecciona datos del exterior eliminando lo que no le parece importante, hay que tener en cuenta, que lo que le parece importante depende de nuestro estado de ánimo, así que somos nosotros quienes ponemos el tinte a las situaciones.  «La Receta de la Felicidad»

Cuando la ira toma el control, la objetividad se pierde por completo y nos focalizamos en que somos víctimas de un poderoso victimario del cual debemos defendernos; en este momento es cuando el ego ha tomado el mando.

Si lográramos gestionar ese hervor interno que produce la ira, nuestra consciencia conservaría el mando permitiéndonos pensar con objetividad y actuando de una manera pacífica evitando un conflicto, o apaciguando al agresor si es que en realidad estamos siendo agredidos.

¿Cómo gestionar la IRA?

Auto-observación

En la medida en que observamos nuestro interior, comenzamos a reconocer cómo funcionamos, cómo reaccionamos y cómo nos comportamos ante los estímulos del exterior.

Si logras conocerte lograrás identificar los síntomas previos que desencadenan respuestas iracundas en ti.

  • Observa tu respiración.
  • ¿Hay en ti alguna sensación desagradable en el pecho o en la parte abdominal?
  • ¿Mentalmente repites una historia donde tú estás siendo atacado?
  • ¿Sientes necesidad de atacar?, ¿cómo atacas usualmente?
  • ¿Qué pasa en ti después de haber atacado?, ¿hay sentimiento de culpa?

Sabiendo qué sucede en dentro de nosotros, es más sencillo percatarnos del nacimiento de la ira en nuestro interior, y antes de que se apodere de nosotros podremos observarlo con consciencia, frenarlo e intentar corregirlo.

Postura de Actor y no de Víctima

Sea una situación una persona o el entorno, la ira pone toda la responsabilidad de lo que sentimos fuera de nosotros y nos convierte en víctimas. Desde la perspectiva de víctima no podemos hacer nada para solucionar la experiencia, pues quien tiene que tomar acción para que nos sintamos bien está en el exterior, y la solución entonces sería que cambiara su actitud e hiciera lo que nosotros deseamos.

Recuperemos el mando y comprendamos que todo lo que nos sucede, ha sido generado por nosotros mismos en consonancia con la Ley de Causa y Efecto y sólo con nuestras acciones, palabras, intenciones y actitudes podemos cambiarlo.

No hay Enemigos, hay Entrenadores

Analiza muy bien la situación, hazlo con consciencia, objetividad y sabiduría. Si en verdad estas siendo agredido, observa al otro no como un enemigo, sino más bien como un entrenador que te está ayudando a ver que aún das el poder de tu felicidad a algo que no controlas, trátalo con amor y con comprensión sin responder a sus agresiones.

Esta es una de las prácticas más difíciles que hay, pero es una de las que más aprendizaje puede darnos. Intenta en principio ignorar la agresión o si puedes, responde de manera amorosa, esto inmovilizará la ira del otro.

En un conflicto se necesitan dos.

Empatía

Todos los seres humanos somos iguales, tenemos emociones, nos equivocamos y también somos buenos, tenemos la capacidad de amar y de dar lo mejor de nosotros a los demás.

Reconociendo la humanidad de todas las personas que nos rodean, comprenderemos que su percepción es distinta a la nuestra. Intentemos no juzgar, ni tú ni yo estamos exentos de actuar de forma inadecuada.

 

   Las consecuencias de la ira son destructivas, generan desconfianza, distancia, separación, sufrimiento y dolor. Es el momento de que comprendamos que todos somos parte de algo mayor y que haciendo daño a quienes nos rodean, realmente nos dañamos a nosotros mismos. Es el momento de entender nuestro interior para transformarnos, es el momento de amarnos unos a otros sin expectativas ni dobles intenciones, es el momento de darnos lo mejor los unos a los otros porque…

!!!TODOS SOMOS UNO!!!

Escrito por Catalina Lobo para VALORARTEblog.com

«La ira es un veneno que uno toma esperando que muera el otro.»  William Shakespeare

Foto: pixabay.com