Al llegar a los 40 aunque aún somos muy jóvenes, comienzan a aparecer las arrugas, unas cuantas canas, al hacer deporte sentimos más agujetas… Es ahí, cuando un pequeño miedo comienza a llamar a la puerta ¿Me estaré haciendo mayor? ¿Los demás lo notarán?
Unos años más tarde cuando nos acercamos a los 50, descubrimos partes del cuerpo que no sabíamos que existían a causa de dolores que nunca habíamos sentido, comenzamos a hacernos preguntas más profundas ¿Habré aprovechado mi vida? ¿Quiero seguir por el mismo camino o deseo un cambio? ¿Qué es lo que realmente quiero hacer de ahora en adelante? Y aparece nuestro miedo a enfermar y a envejecer.
El miedo a envejecer y su origen
En occidente se valora la imagen de juventud y se castiga la edad, esto sucede porque para nuestra cultura la etapa más importante de nuestra vida es la productiva.
En culturas como la oriental, la vejez es sinónimo de fortaleza y sabiduría.
Esa idea de lo que debemos ser, sumada a la idolatría de occidente por la juventud, hace que en nuestra mente haya una especie de corto circuito. Erróneamente nos han programado para pensar que para ser aceptados y reconocidos, hombres y mujeres tenemos que adecuarnos a ese ideal y envejecer nos aleja de eso.
La buena noticia es que los miedos son creaciones mentales, y el único lugar en el que pueden sobrevivir es en nuestros pensamientos del futuro.
Lograr hacer un cambio de perspectiva, además de producir menos radicales libres y ralentizar los signos de la edad, puede ayudarnos a ver lo positivo que tiene y aprender a envejecer responsablemente.
Lo positivo de la edad
Cada día de vida es una oportunidad de aprender y vivir experiencias, la edad nos trae sabiduría, nos da la capacidad de disfrutar y exprimir cada instante que tenemos.
El tiempo nos permite conocernos, establecer límites, saber lo que nos gusta y lo que no, tener claro a qué ya no estamos dispuestos, aprender a gestionar nuestras emociones; de alguna manera las segunda edad es un grado.
La madurez es un renacer en el que la calidad de vida cobra importancia y el tiempo tiene mucho más valor.
En esta etapa nace la necesidad de analizar nuestro pasado con el fin de construir el futuro, es un nuevo comienzo pero con sabiduría y experiencia. Se aprende a relativizar, a asumir los problemas con más liviandad; en esta etapa la transformación consiste en que comenzamos a cuidarnos en vez de cuidar a los demás.
Mente sana en cuerpo sano y viceversa
Si nuestro cuerpo no está sano nuestra mente tampoco puede estarlo y viceversa.
Nuestra calidad de vida de mayores, depende de una buena infancia y de una buena adultez.
La mejor manera de envejecer de forma responsable y poder llegar a mayores teniendo calidad de vida, es teniendo hábitos saludables a temprana edad.
La buena alimentación mantiene nuestro cuerpo saludable, le da energía y le permite realizar sus procesos vitales de forma adecuada. Una mente tranquila produce menos adrenalina, el deporte nos ayuda generar endorfinas (hormonas de la felicidad).
Una buena dieta, una rutina de ejercicio, horas de sueño reparador y una mente libre de estrés son básicos para que nuestro cuerpo responda de forma positiva a los cambios que trae la edad.
Escrito por Catalina Lobo para VALORARTEblog.com
Foto: fotolia.com