Auto observarnos puede llegar a ser un trabajo difícil, esto pasa porque desde pequeños nos hemos acostumbramos a mirar hacia afuera haciendo juicios de valor sobre lo todo lo que sucede. Esa interpretación de la realidad es distinta para cada uno, por esto ni tu ni yo estamos exentos de caer en comportamientos que nos hacen caer mal. Recordemos que hemos crecido en entornos distintos (familia, centros educativos, religión, país…) por esta razón cada uno determina que es correcto o incorrecta basándose en toda esa información que ha ido acumulando en el transcurso de su vida.

Actualmente hay mucha literatura enfocada en llamar tóxicos a quienes nos rodean, pero y qué tal si tenemos en cuenta que las personas no son tóxicas, lo que si puede llegar a ser tóxico son nuestras relaciones con determinadas personas debido a los comportamientos negativos que las dos partes alimentan día a día. Ahora bien, te has hecho alguna vez las siguientes preguntas:

¿Tengo un comportamiento adecuado? ¿Cuáles de mis actitudes o hábitos pueden estar intoxicando mis relaciones?

Seguramente no, y seguramente no porque lo que solemos hacer es poner toda la responsabilidaden los demás, sin darnos cuenta que cuando hay un conflicto de cualquier tipo, todos los involucrados tienen su cuota de responsabilidad.

Lo cierto es que en sentido generalizado tenemos la tendencia de esconder nuestros fallos, socialmente errar está mal visto. Es curioso, si lo miramos desde otra perspectiva realmente los errores que reconocemos y qué hacemos conscientes nos proporcionan aprendizaje, y esto nos permite no repetirlos y por consiguiente comenzar a generar resultados más positivos.

El aprendizaje no solo nos ayuda a ser mejores personas, sino que también nos convierte en mejores compañeros y profesionales.

A continuación describiré 7 comportamientos que podemos tener sin darnos cuenta y que pueden convertirse en una bomba destructiva. Es importante que nos analicemos y que en el caso de identificar un ápice de alguno de estos, busquemos la forma de corregirlos con el fin de mejorar nuestro día a día en el trabajo.

1.   Ser negativo

Hay días en los que una nube gris domina nuestro cerebro, usualmente cuando estamos así, en vez de encontrar soluciones encontramos problemas o en vez de dar ideas nos enfocamos en los contras. Nuestra actitud puede llegar a ser contagiosa y terminar por drenarnos y drenar a quienes nos rodean. Si logramos ser conscientes de que estamos en este estado, seremos más prudentes a la hora de opinar. Cuando nos sentimos densos o negativos, quizás la mejor manera de colaborar sea escuchando e intentando apoyar, en vez de enfocándonos en todo lo malo que puede pasar.

2.   Pensar que siempre tenemos la razón

Creo que todos en algún momento desempeñamos este rol, el problema real está cuando se convierte en algo habitual. Es normal que desde nuestra perspectiva mental tengamos todos los argumentos que hacen a nuestra opinión o idea la mejor ¿Pero acaso el otro no tendrá también sus ideas y sus argumentos? Muchas veces una buena idea nace de la combinación de varias. Abrirnos a escuchar las opiniones de los demás, no solo nos enriquece sino que nos ayuda a aprender cosas que posiblemente no sabíamos, a motivar a nuestro equipo o compañeros y a ser mejores.

3.   Competir y compararnos todo el tiempo

A temprana edad aprendemos a compararnos y a competir, este es un resultado directo del sistema educativo y las calificaciones. Ahora bien, si ese comportamiento se convierte en algo desmedido podemos llegar a convertirnos en un dolor de cabeza. Este hábito no solo nos lleva a producir molestia en los demás, sino que también nos amarga la vida porque nunca logramos estar satisfechos. La idea no es dejar de luchar por alcanzar nuestro objetivos, la idea es comenzar a compararnos y a competir con nuestro yo del día anterior. Cada uno de nosotros tenemos distintas aptitudes ¿Qué sentido tiene compararnos o intentar competir con alguien que tiene aptitudes distintas a las nuestras? Lo cierto es que si en vez de intentar ganarle al otro intentamos superar nuestra marca de ayer, obtendremos mejores resultados y trabajaremos con más motivación.

4.   Adueñarnos de todos los méritos

Este rol es quizás uno de los que más desmotivación produce en el equipo, en el grupo, en la familia, etc. La típica persona que cuando recibe un reconocimiento, no reconoce la labor que han hecho los demás para alcanzar el resultado positivo. Es muy importante que todas las personas con las que compartimos ya sea a nivel profesional o personal, sientan que sus ideas son reconocidas, esto las motiva y la impulsa a ser más creativas.

5.    Pasar por encima de los demás

El último rol que he elegido es el más tóxico de todos. En ocasiones cuando estamos enfocados en una meta, sin darnos cuenta perdemos la objetividad e incluso las emociones, nos enfocamos a tal punto en nuestro objetivo, que todo lo que está alrededor deja de tener importancia, en este momento sin darnos cuenta podemos pasar por encima de quienes nos rodean, de indisponer, o incluso mentir con el fin de esconder una falta que pueda alejarnos de nuestro fin.

Somos seres humanos, ninguno de nosotros está exento de caer en estos comportamientos tan negativos, lo importante es reconocerlos y trabajar para evitar convertirnos en villanos.

Es muy importante tener en cuenta que incluso si caemos en estos hábitos de forma inconsciente terminamos por ser esos victimariosa los que muchas veces criticamos.

Escrito por Catalina Lobo para VALORARTEblog.com

“Cambia tú y cambiará tu mundo”

Foto: Fotolia.com