Hace unos años por las casualidades de la vida, o mejor dicho por la ley de correspondencia de la que tanto hablo, tuve la oportunidad de asistir a una charla de mindfulness que dio un Indio radicado en Londres. La charla fue fantástica, su calma, la seguridad en su voz, el amor que expresaba… Era un hombre que a simple vista disfrutaba de su presente y tenía la capacidad de no solo mantenerse en paz sino también irradiarla. En un momento de su intervención dijo algo que no pude sacar de mi cabeza y que me llevó a reflexionar.
“Pasamos la mayor parte del día revisando si nuestro teléfono tiene batería, si tenemos solo el 50% pensamos que no será suficiente ¿Acaso hacemos lo mismo con nuestro tiempo de vida ¿Nos paramos a pensar cuánto tiempo hemos gastado y cuánto nos queda? ¿Elegimos aprovechar al máximo el tiempo que aun tenemos disponible? ¿Somos conscientes de lo que está sucediendo a cada minuto dentro de nosotros? ¿Estamos haciendo en este momento lo que realmente nos gusta?”
Después de escucharlo y con sus palabras resonando una y otra vez en mi mente, me di cuenta de que aunque intento estar presente y cada día es más sencillo para mí, muchas veces desperdicio mi tiempo preocupándome de cosas efímeras como si alguien me dijo o no me dijo, si tuve que comer con prisa o no, si el café no está lo suficientemente caliente… Menudas tonterías que limitan mi capacidad para disfrutar cada preciado segundo del tiempo que tengo disponible mi vida, o como dijo el ponente, de mi batería.
Me puse en la labor de comenzar a observarme y auto analizarme al respecto, me planteé apuntar a diario las veces que por cosas, situaciones o personas perdía mi paz interior. Me lleve una sorpresa al darme cuenta que cuando tengo situaciones difíciles que resolver me mantengo en calma y logro estar en paz, pero cuando me pasan cosas simples automáticamente me acelero, me agobio, no se como actuar, pierdo la objetividad… Hoy he decidido compartir con ustedes 5 enseñanzas que me ayudan a disfrutar más la vida.
Situación 1 Agobiarme me aleja de la solución
Regresando de un viaje me di cuenta de que no sabia en dónde había guardado las llaves de mi coche, por un momento me llené de angustia y en vez de buscarlas con calma me aceleré y dejé de pensar. Me senté en el suelo del aeropuerto para abrir la maleta y buscarlas. Una de mis amigas me ayudó y las encontramos, ahora al recordar esa situación me doy cuenta de que cuando pierdo la calma pierdo también la claridad mental y resolver situaciones simples se vuelve muy complicado.
Cuando recuerdo la escena me río, me imagino en el suelo del aeropuerto buscando entre la ropa sin obtener resultados, pero en ese momento lo que sentí no fue agradable. La cosa es que se hubiera solucionado fácilmente si hubiese mantenido la calma porque hubiera podido recordar en dónde las había guardado.
Cuando nuestra cabeza se acelera perdemos la claridad mental, sin ella, consumimos nuestra energía vital rápidamente y solucionar las cosas se complica.
Situación 2 Enfocarme en agradecer lo que tengo
Tenemos prisa, el taxi va a llegar a buscarnos y tenemos que comer rápido, dijo una amiga. ¿Comer rápido y de pie yo? Noooo, no me gusta, la hora de la comida es el momento que me regalo cada día para mimarme y estar tranquila. Al principio pude sentir mi incomodidad interna, pero luego pensé: “No puedo ser desagradecida, tengo qué comer y eso ya es bastante, quizás hoy tenga que hacerlo de una forma que no es tan agradable pero no es algo de todos los días” Me pregunté: “¿Por qué tengo en mi mente la idea de que si como rápido mi cuerpo no se alimenta?, evidentemente prefiero intentar encontrar un espacio para relajarme y comer haciendo mindfulness, pero si algún día no encuentro el espacio para hacerlo, qué más da, también puedo hacer mindfulness comiendo de pie y disfrutando lo que está sucediendo.
Cada vez que agradecemos no enfocamos en lo positivo y dejamos de prestar atención a lo negativo, de está manera disfrutar el momento es más sencillo.
Situación 3 Los juicios no son buenos consejeros
Me encanta asistir a charlas, cursos y talleres, pero he de confesar que me he encontrado todo tipo de cosas, cuando nos dijeron que iríamos a esta charla de mindsfulness pensé: “ Ay otra vez lo mismo que dicen todos, seguramente vendrá algún teórico a darnos un montón de técnicas y pasos, los mismos que dan todos, seguramente no escucharé nada nuevo”.
Si se dan cuenta hice un juicio previo, mala cosa, pero que quieren que les diga, todos cometemos errores. Lo sorprendente fue que este señor Indio capto mi atención desde el primer momento, se veía que vivía en mindfulness de verdad y encima no habló de técnicas ni de nada, habló de él, de su experiencia y eso nos hizo reflexionar, o por lo menos a mí.
Si ese día me hubiera dejado llevar por mi juicio inicial, me hubiera perdido de una de las charlas más interesantes a las que he asistido en tiempo.
Los juicios y los prejuicios son la trampa mental más grande que tenemos, hace que nos perdamos de personas, cosas y experiencias sorprendentes.
Situación 4 Enfocarme en lo que tengo y dejar la queja
Tenía una semana de locos, mi padre de visita, comenzaban las clases, los clientes de coaching regresaban de vacaciones y querían programar sesión, tenía varios artículos por escribir, citas médicas, etc. Al mirar todo lo que había por hacer me llenaba de angustia, solo pensar en mis tareas me hacía sentir que no iba a poder cumplir con todo y esto me producía insatisfacción.
La única manera que encontré para sentirme tranquila, fue cambiando la queja, por enfocarme en las tareas que ya había realizado, esta actitud en vez de llenarme de frustración, me llenaba de energía para continuar y me llevaba a pensar que si seguía trabajando y me organizaba bien, lo conseguiría.
Cuando nos enfocamos en lo que no tenemos, ya sean cosas materiales, personas, tareas realizadas o cualquier cosa, perdemos la energía y la potencia para avanzar.
Situación 5 El poder del pensamiento
Aunque soy muy alegre y positiva todos tenemos nuestros días, no sé porqué razón ese día me desperté con la sensación de que no sería un buen día y sintiendo que no quería hacer nada. En vez de quitarme esa idea de la cabeza seguí pensándolo lo mismo, era como si no pudiera gestionar mi estado mental ese día. El resultado, un día horroroso. Al día siguiente no quería tener las mismas sensaciones así que me comprometí conmigo misma a despertarme con energía, en pocas palabras me programe para levantarme feliz y con ganas, al despertar me dije a mi misma: “hoy será un gran día”, me arregle con la ropa que me gusta, me peiné y salí con energía; curiosamente ese día aunque pasaron cosas que no eran ideales, mi día fue fantástico porque logré encontrar lo positivo en todo lo que sucedió. (Artículo que escribí sobre ese día)
Cada cosa que pensamos termina por hacerse realidad, cuando nos enfocamos en algo le damos más fuerza ya sea positivo o negativo.
Estás experiencias son verdaderas tonterías, pero esas tonterías son las que nos impiden en ocasiones disfrutar de lo simple. A dónde quiero llegar es a que entendamos que cada minuto que pasa nuestra batería de vida por decirlo de alguna manera se va reduciendo, y que solo si somos conscientes de que lo más valioso que tenemos es el tiempo, podremos disfrutarlo al cien por cien. No sé ustedes, pero yo hoy más que nunca quiero comprometerme a disfrutar cada instante de mi vida como si fuera el último.
©Escrito por Catalina Lobo para VALORARTEblog.com
“Ni tu peor enemigo puede dañarte tanto como tus propios pensamientos” Buda
Me ha parecido un artículo muy interesante.
Me ha dado otro empujoncito, para seguir con mi autoconocimiento
Gracias!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias a ti por ser parte de http://www.valorarteblog.com feliz día
Me gustaMe gusta