Hoy he decidido escribir sobre una reflexión que he venido haciendo en los últimos cuatro años, me he dado cuenta de que los seres humanos solemos vivir tan ajenos al presente y tan enfocados en que las cosas suceden como queremos que sucedan, que sin darnos cuenta nos perdemos de todo lo increíble que tiene lugar en nuestra vida a cada instante; es como si nos pusieran unos blinkers o anteojeras de esos que les ponen a los caballos para que solo puedan ver al frente y no se distraigan. Ahora bien, esas anteojeras que nos ponemos a nosotros mismos, nos están distrayendo de lo que realmente vale la pena vivir.

¿Te suena esto familiar? No sé si a ti te ha pasado, yo ahora soy consciente de que la mayor parte de mi vida la he vivido así ¿Te ha pasado a ti también? ¿Quizás te esta pasando ahora mismo?

Hace un tiempo cuando algo me pasaba, en vez de disfrutar el momento y las sensaciones que dicho momento me otorgaban, pensaba en lo que esperaba que pasara inmediatamente después y en cómo debería ser, así era con todo. Si salía a comer en vez de disfrutar la comida pensaba en el postre, si estaba en un viaje usualmente pensaba más en lo que haría el día siguiente que en lo que estaba haciendo, si estaba en casa descansando pensaba en lo que tendría que hacer al otro día en el trabajo, en el trabajo pensaba en las vacaciones… Siempre mi cabeza estaba concentrada en lo que no estaba sucediendo y en cómo deseaba que todo lo que pasara después cumpliera el esquema mental de expectativas que había construido en mi mente.

Ahora cuando lo analizo entiendo lo tonta que era, funcionado de esa manera nunca nada podría darme satisfacción porque si sucedía como quería estaría enfocada en lo siguiente que quería que sucediera, y si no sucedía pues me llevaba una decepción. Que paradójico y que común es este hábito de perdernos en el limbo de las expectativas. Pero entonces ¿Qué podemos hacer?

Si lo analizamos bien, notaremos que la vida funciona muy diferente, esta nos proporciona todo lo que necesitamos en el momento en el que lo necesitamos, pero no de la forma que esperamos sino más bien de la forma en que más nos conviene con el fin de aprender a valorar, a disfrutar, a ser empáticos, a compartir, etc. Haré una breve aclaración: «Muchas veces lo que pensamos que es bueno para nosotros, no lo es aunque seamos incapaces de verlo, por está razón la vida aunque para nosotros parezca injusta, aparta eso que no nos conviene y nos dirige a otro lugar, a otras personas, a otras experiencias». El problema radica en que como permitimos que nuestra parte inconsciente o ego (anteojeras) controle nuestra mente, sucumbimos a ese diálogo interior que realmente nos distrae de todas las sorpresas que la vida nos está dando a cada segundo.

En ocasiones deseamos un trabajo específico y no nos sale, algunas veces queremos compañía en forma de pareja y nos llega compañía en forma de amistad, solemos huir de la soledad y ella nos persigue, cuando estamos en pareja queremos estar solos, deseamos ir a algún lugar y no lo conseguimos… Por más que insistamos, cuando la vida dice no, es porque eso que pensamos que nos va a dar lo que necesitamos, posiblemente no no los dé.

Tenemos que tener en cuenta que la resistencia que hacemos y toda la energía que gastamos luchando para conseguir algo que se nos resbala de la manos una y otra vez, produce desgaste, frustración, obsesión y en casos graves depresión.

Para salir de este aletargamiento lo único que debemos hacer es comenzar a vivir en el presente y aplicar la regla del 3 y el 7. Hablaré de ella en el siguiente post.

Tips para estar más presentes

Escuchar nuestro pensamiento

Por nuestra cabeza pasan a diario más de 60.000 pensamientos, aproximadamente el 90% de estos son negativos. El problema está en que no somos conscientes de lo que pensamos. Ahora bien, si lo que pensamos crea nuestra vida imagínate lo que podemos estar creando.

Una de las claves para comenzar es observar qué es lo que dice nuestra cabeza y escucharla.

Preguntas sugeridas para quitarle poder a un pensamiento que nos hace daño:

  • ¿Lo que estoy pensando es negativo o positivo?
  • ¿Esto que estoy pensando me hace daño?
  • ¿Este pensamiento que me daña es una realidad o una suposición?
  • ¿Tiene sentido sufrir por algo que no sé si es cierto o no?

Sustituir los pensamientos negativos por positivos

Con el ejercicio anterior identificaremos si vale o no la pena tener los pensamientos que estamos teniendo, al haber identificado alguna idea que nos hace sentir mal debemos sustituirla inmediatamente por una que nos haga sentir bien.

 “Una idea negativa siempre estanca, una idea positiva siempre nos lleva a actuar para corregir” 

Conectarnos con nuestras emociones

Las emociones son las respuesta física que tiene nuestro cuerpo frente a nuestras ideas mentales y frente los estímulos externos.

Igual que en el caso anterior no solemos vigilar lo que pensamos, tampoco lo hacemos con lo que sentimos, simplemente lo sentimos y permitimos que nos controle. Comenzar a observar nuestras emociones sin juzgarlas nos permite gestionarlas adecuadamente.

Preguntas sugeridas para observar una emoción:

  • ¿Qué está pasando en mi interior?
  • ¿Por qué estoy sintiendo lo que estoy sintiendo?
  • ¿Qué pensamiento o circunstancia está generando está emoción?
  • ¿Tiene sentido que responda de esta manera ante una situación que no puedo cambiar?

Utiliza plenamente tus sentidos 

Una de las técnicas que más me ha ayudado en el camino de aprender a estar aquí y ahora, es estar atenta a las sensaciones que produce cada actividad en mis sentidos. Por ejemplo saborear los alimentos, sentir el viento que rosa nuestra piel…

La mayor parte del tiempo estamos tan distraídos añorando el pasado y anhelando el futuro que nos perdemos de experimentar la vida.

Escrito por Catalina Lobo para VALORARTEblog.com

“Cambia tú y cambiará tu mundo”