Alguna vez te has preguntado ¿dónde está la felicidad?, ¿has intentado ir a por ella?, ¿la has encontrado? La verdad es que la felicidad ni se busca ni se encuentra, simplemente es un estado mental en el que elegimos estar, o por decirlo de otra manera, la felicidad ya está en nosotros y podemos permitir que se manifieste o que por el contrario se atrofie.
En el artículo de hoy hablaremos sobre lo qué es la felicidad, y en el siguiente estudiaremos algunas de las pautas que nos pueden ayudar a permitir que fluya en nuestra vida.
En ocasiones he tenido la posibilidad de observar como ante un evento insatisfactorio dos personas responden de manera distinta. A una de ellas la circunstancia la supera y la llena de malestar interior, mientras que la otra no permite que la circunstancia tome el control de su estado de ánimo ¿Sabes por qué sucede esto?…
La respuesta es muy simple, el problema no está en lo que sucede sino en cómo cada una de ellas ha interpretado lo que ha sucedido. Nuestra percepción de la realidad depende como he mencionado en muchos de mis artículos de la información que recibimos del entorno en el que nos desarrollamos (familia, religión, círculo social, centros educativos, etc.) y es a través de esta, que observamos y entendemos al mundo.
Acercarnos o alejarnos de la felicidad no tiene nada que ver con un hecho sino más bien con lo que pensamos sobre dicho hecho.
La próxima vez que experimentemos una situación que nos produzca resistencia, quizás la pregunta que debamos hacernos no es ¿por qué a mí?, sino más bien ¿qué ideas y limitaciones mentales están haciendo que sufra por lo que está sucediendo? y ¿qué puedo aprender de está experiencia para que no se repita?
«A lo que te resistes persiste» Carl Gustav Jung
Una de las mayores causas de sufrimiento es pensar que obtener lo que queremos nos dará la felicidad, este concepto está muy arraigado en la mayoría de nosotros. Yo puedo decir que en muchas ocasiones obtuve lo que desde mi ignorancia pensaba me daría la felicidad y al obtenerlo simplemente nacía en mí una nueva necesidad para satisfacer. En los casos en los que no alcanzaba mi cometido, aparecía en mí un sentimiento de deseo enfermizo hacía el resultado esperado que terminaba por producir apego y bloqueaba aún más mi felicidad.
La felicidad es la capacidad que todos tenemos de fluir y estar en paz frente a cualquier evento que se presente en nuestras vidas, puede pasar algo que nos produzca tristeza pero si logramos entenderlo y experimentarlo sin frustración, no perderemos nuestra paz y nuestro estado de ánimo no se verá afectado.
Nuestros sentimientos y la vida tienen polaridad frío y calor, liquido y sólido, claro y oscuro, tristeza y alegría, ira y calma… ahora bien, los estados no la tienen. Estoy feliz o no lo estoy, si te fijas te darás cuenta de que no tiene un opuesto, simplemente existe la felicidad en nuestro interior, y fluye si lo permitimos.
Tenemos que tener en cuenta que la existencia está fundamentada en los opuestos mencionados anteriormente, los necesitamos para vivir, para aprender qué nos acerca a donde queremos y que no, y así poder desarrollarnos.
Cuando nacemos lo hacemos en estado de inocencia, solo conocemos la luz y la pureza, pero al no conocer la oscuridad no podemos valorar la luz. Por esta razón, el sistema pedagógico de la vida nos lleva a contaminarnos a través de la información que recibimos con el fin de conocer la oscuridad, que por decirlo de alguna manera es un estado de ignorancia. Viéndola y estando en ella podemos aceptarla, reconocerla y trascenderla para ir nuevamente hacia la luz pero habiendo hecho consciencia de que existe la oscuridad. Al hacer conocer los dos opuestos entramos en un estado de sabiduría, porque al conocer las dos polaridades podemos valorar la luz y comportarnos de tal manera que podamos permanecer en ella.
Las situaciones retadoras nos ayudan a encontrarnos, a entendernos, a identificar en qué nos equivocamos y así poder corregir nuestros errores. Recordemos que los resultados que hay en nuestro día a día son nuestra responsabilidad por ley de causa y efecto (karma) y la ley de correspondencia (espejo)
La ley de causa y efecto (karma)
Cada efecto tiene su causa y cada causa tiene su efecto
Todos los pensamientos, intenciones y acciones que emanen hacia el exterior, regresarán multiplicados. Nadie tiene la culpa de lo que nos pasa, los únicos responsables somos nosotros mismos, por lo tanto somos autónomos y tenemos el poder de cambiar lo que no nos gusta.
Nuestro presente es el resultado de lo que hemos sembrado en el pasado y hoy estamos sembrando lo que cosecharemos en el futuro.
Ley de correspondencia (ley del espejo)
Como es adentro es afuera y como es afuera es adentro
Todo lo que hay en nuestra realidad personal, es un reflejo de lo que hay en nuestro interior (pensamientos, emociones, sentimientos, intenciones, actitudes…). Lo que no nos gusta de nuestro entorno debe ser corregido en nosotros.
Nuestra vida es la imagen y nosotros los proyectores, entonces observando el exterior podremos descubrir la oscuridad o la luz que habita en nosotros.
Reflexión
La felicidad no está relacionada con los resultados que obtenemos en nuestra vida, sino más bien es directamente proporcional a lo que pensamos y a la paz con la que afrontamos lo que sucede. Cada uno puede elegir cómo vivir, cada uno puede decidir cómo pensar, cada uno puede escoger qué siembra en su día a día.
El día que logres encontrarte, entenderte y por ende satisfacer tus necesidades fluirá la felicidad en ti; cuando reconozcas que todo lo que vives es tu responsabilidad fluirá aún más. En el momento en que comiences a estar en el presente abrirás una puerta que te permitirá vivir plenamente feliz incluso cuando algo desagradable suceda, porque habrás entendido que eso simplemente es una lección de vida que te enseña y te muestra en qué te estas equivocando. Tú tienes la capacidad de transformar tu vida, tú tienes el poder de generar resultados más satisfactorios y tu tienes la llave de la puerta hacia la felicidad.
Escrito por Catalina Lobo para VALORARTEblog.com
“La felicidad no depende de lo que tienes o de quien eres. Se basa únicamente en lo que piensas” Buda
Foto: fotolia