Hace unos meses escribí los artículos “La energía vital 1ª parte, la importancia de mantenerla elevada” y “La energía vital 2ª parte ¿Cómo generarla y conservarla?” En ellos explicaba que nuestra energía vital es la fuerza o capacidad para vivir. Cuando esta está equilibrada permanecemos libres de cualquier sentimiento, pensamiento o emoción negativos porque estamos llenos de claridad mental, y entonces interpretamos la vida de forma amable. El inconveniente es que si esta desciende podemos caer en ideas negativas y posteriormente en depresión.
Hay tres niveles principales de energía, en cada uno de estos hay subniveles entre los que pendulamos todo el tiempo dependiendo de nuestro estado de consciencia; en otras palabras dependiendo del tamaño de nuestro ego.
No sé tú pero yo cuando estoy tranquila y en paz con todo lo que está pasando en mi vida me siento realizada. Este estado no es muy común en los seres humanos; siempre estamos insatisfechos porque pensamos que nos falta algo, deseamos un cambio, anhelamos una circunstancia futura o añoramos alguna pasada, en resumen permanecemos la mayor parte del día resistiéndonos a lo que es.
Quiero hacer especial énfasis en que son nuestros conceptos mentales los que nos llevan a interpretar los eventos como adecuados o inadecuados, dando como resultado esa resistencia de la que hablé anteriormente. Podemos resistirnos al clima, al tráfico, al trabajo, a nuestras relaciones, a la pareja, a la soltería, etc. Todo lo anterior atenta contra nuestro estado de ánimo, y nos hace pendular permanentemente entre el disfrute y la amargura.
Al rechazar algún suceso externo inmediatamente aparece el conflicto mental, nuestra cabeza inicia un monólogo desgastante que nos quita la objetividad y nos hace perder la claridad mental de la que hablé al inicio. Cada vez que nuestro monólogo interno toma el control la energía vital se consume y sin esta estar en paz es imposible.
En la medida en que nuestra energía vital se mantiene, podemos comprender que todo lo que sucede es el resultado de nuestras intenciones, pensamientos y acciones del pasado. De la comprensión anterior nace la paz y el equilibrio interno.
Posiblemente te estés preguntando: ¿cómo puedo aceptar y comprender en mi vida algo que no me gusta?
¿Cómo comprender y aceptar algo que no me gusta?
1. Respetar los conceptos y decisiones de los demás
Todos desde nuestro punto de vista pensamos que nuestra forma de pensar y de hacer las cosas es la más adecuada, pero la verdad es que cada uno tiene su forma correcta de actuar. Mucho de lo que nos frustra y nos drena es ver que los demás no estén alineados con lo que nosotros creemos adecuado; en este punto debemos comenzar a ser flexibles y comprender que nuestra libertad termina donde comienza la del otro. Pensando de está manera evitaremos una pérdida de energía innecesaria y por ende nuestra claridad mental y paz interior se mantendrán.
2. Asumir la responsabilidad de nuestros resultados
Uno de los comportamientos que nos descarga es culpar a los demás de lo negativo que nos sucede. Esto pasa porque nos estancamos y quedamos a la espera de que sea el otro quien corrija, al vernos atrapados en una situación a la que nos resistimos nuestras baterías caen en picada. La mejor manera de solventar y transformar una situación es asumirla y comprender que nosotros mismos la hemos generado por ley de causa y efecto y ley de correspondencia.
Cuando somos responsables podemos tomar acción.
3. Gestionar la polaridad de nuestros pensamientos
Este es un punto muy importante, si todo el tiempo estamos pensando en negativo mantener nuestro equilibrio se hace imposible. El pensamiento suele ir en automático, pero podemos convertirlo en pensamiento dirigido, controlado y sostenido.
Pensar siempre lo mejor nos ayuda en el camino a la paz interior.
4. Sustituir en nuestra mente los conceptos y creencias que nos esclavizan
Muchas de las ideas que forman parte de nuestra identidad son creencias limitantes que nos sabotean todo el tiempo. Comenzar a observarnos y depurarlas nos ayuda a alcanzar nuestras metas y sueños, cuando cumplimos nuestros objetivos nos llenamos de energía y el ciclo de la paz interior se retroalimenta de forma positiva.
5. Cuando una percepción me haga daño cambiarla
El cambio de perspectiva es una herramienta muy poderosa, no hay peor enemigo que nuestra mente parlanchina interpretando la vida como si tuviera la última palabra. Recordemos que cada ser humano ve la realidad desde sus creencias, necesidades, conceptos, etc.
De ahora en adelante antes de percibir las cosas desde tu subjetividad, comprométete a ser objetivo, intenta ponerte en el lugar del otro para entender que no te ataca sino que quizás simplemente se defiende de los peligros que su mente al igual que la tuya está creando permanentemente.
Comienza a pensar siempre lo mejor.
Para poder entregar lo mejor de nosotros al entorno debemos estar bien internamente, el mayor bien que tenemos es nuestra paz interior; perderla por cosas que no controlamos no tiene sentido. Cada día es una nueva oportunidad para ser feliz, de hoy en adelante reprograma tu mente y al levantarte repite frente al espejo:
“Mi paz interior es invulnerable a cualquier factor exterior”
©Escrito por Catalina Lobo para VALORARTEblog.com
Dicen que todo pasa por algo, y entrar a tu blog ha sido encontrar un montón de respuestas con un chorro de sentido, mil gracias por compartir.
Saludos!
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Que lindo tu mensaje, tienes razón, todo pasa por algo, se llama correspondencia. Un abrazo y gracias por ser parte de http://www.valorarteblog.com
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