En el artículo anterior nos acercamos al concepto “estar presente”, el día de hoy hablaremos sobre cómo lograrlo con la ayuda de unos tips que en mi caso han dado resultados.
En muchos post he hablado sobre cómo el entorno en el que crecemos da forma a nuestro ego, una parte de él es lo que solemos llamar identidad. Esta está conformada por un montón de creencias y parámetros mentales que rigen nuestra vida y nos hacen juzgar todo lo que sucede a nuestro alrededor como bueno o malo, positivo o negativo, adecuado e inadecuado.
A la hora de la verdad nos convertimos en personas que califican todo lo que les rodea y cuando algo no se adapta a nuestros parámetros establecidos, comenzamos a pendular entre los recuerdos del pasado y el sueño de un futuro que traiga la salvación.
Una de las herramientas que utiliza el ego para alimentarse y ser cada día más gordito es distraernos del presente, entonces si queremos quitarle el control el secreto está en vivir aquí y ahora y para esto necesitamos:
1. Escuchar nuestro pensamiento
Por nuestra cabeza pasan a diario más de 60.000 pensamientos, aproximadamente el 90% de estos son negativos. El problema está en que no somos conscientes de lo que pensamos. Ahora bien, si lo que pensamos crea nuestra vida imagínate lo que podemos estar creando.
Una de las claves para comenzar es observar qué es lo que dice nuestra cabeza y escucharla. Al principio cuesta pero en la medida que nos acostumbremos vamos a darnos cuenta de la infinidad de ideas positivas y negativas que pasan por nuestra mente y podremos identificar qué nos sirve y qué no.
Preguntas sugeridas para quitarle poder a un pensamiento que nos hace daño:
- ¿Lo que estoy pensando es negativo o positivo?
- ¿Esto que estoy pensando me hace daño?
- ¿Este pensamiento que me daña es una realidad o una suposición?
- ¿Tiene sentido sufrir por algo que no sé si es cierto o no?
2. Sustituir los pensamientos negativos por positivos
Con el ejercicio anterior identificaremos si vale o no la pena tener los pensamientos que estamos teniendo, al haber identificado alguna idea que nos hace sentir mal debemos sustituirla por una que nos haga sentir bien.
Ejemplo:
Si pensamos que alguien ha hecho algo porque quiere hacernos daño, en vez de ponernos en la posición de víctimas debemos pensar en las circunstancias que llevaron al otro a actuar como actuó. La idea es no llenarnos de suposiciones y más bien preguntar y aclarar la situación.
Si pensamos que estamos gordos y esto nos frustra, deberíamos sustituir la idea de “estoy gordo”, por una idea que nos lleve a la acción. Una opción sería “si en este momento me alimento bien o hago ejercicio puedo bajar de peso”.
“Una idea negativa siempre estanca, una idea positiva siempre nos lleva a actuar para corregir”
3. Conectarnos con nuestras emociones
Las emociones son las respuesta física que tiene nuestro cuerpo frente a nuestras ideas mentales y frente los estímulos externos.
Igual que en el caso anterior no solemos vigilar lo que pensamos, tampoco lo hacemos con lo que sentimos, simplemente lo sentimos y permitimos que nos controle. Comenzar a observar nuestras emociones sin juzgarlas nos permite gestionarlas adecuadamente.
Preguntas sugeridas para observar una emoción:
- ¿Qué está pasando en mi interior?
- ¿Por qué estoy sintiendo lo que estoy sintiendo?
- ¿Qué pensamiento o circunstancia está generando está emoción?
- ¿Tiene sentido que responda de esta manera ante una situación que no puedo cambiar?
4. Utiliza plenamente tus sentidos
Una de las técnicas que más me ha ayudado en el camino de aprender a estar aquí y ahora, es estar atenta a las sensaciones que produce cada actividad en mis sentidos.
La mayor parte del tiempo estamos tan distraídos añorando el pasado y anhelando el futuro que nos perdemos de experimentar la vida.
Cada vez que el viento toca nuestra piel, que el sol nos abriga en el invierno, que un alimento genera una explosión de sabores en la boca, que el agua fresca alivia nuestra sed, que un beso nos da placer, que nuestro tacto se conecta con lo que toca… Estamos distraídos porque estamos atentos a lo que va a pasar en el siguiente momento.
Concentrarnos en lo que experimentamos a cada instante nos ayuda a vivir en el ahora. La próxima vez que vayas a comer detente a observar los colores y formas del alimento, percátate de tu mano cuando lo toma y sé consciente del camino que recorre hacia tu boca, identifica su textura, saborea muy bien lo que vas a digerir antes de tragarlo, y en el siguiente bocado haz lo mismo. Nunca más permitas que tu mente te distraiga y vuelva ha hacer ningún proceso de forma automática.
5. No juzgar
El juicio es uno de los comportamientos que más nos amarga y nos distrae del el instante en el que estamos. Juzgamos porque nuestra identidad nos empuja a clasificar todo lo que pasa en el exterior. Recordemos que el exterior no se puede cambiar, lo único que podemos cambiar está en nuestro interior y modificándolo podemos proyectar una realidad diferente.
Cuando vuelvas a enfrascarte en el juicio pregúntate:
- ¿Por qué presto atención a está situación?
- ¿Qué poder tiene esta situación sobre mí?
- ¿Está en mis manos cambiarla?
- ¿De dónde viene el concepto de bueno o malo?
- ¿Quién soy yo para determinar si algo es correcto o incorrecto?
Nuestro pasado está lleno de recuerdos, remitámonos a él solo para aprender y no cometer los mismos errores. El futuro no ha llegado aún, no existe en este momento y no podemos actuar o corregir nada en él. Comencemos a estar muy atentos de nuestro presente, porque es en él donde podemos sembrar las semillas que brotarán en nuestro mañana.
©Escrito por Catalina Lobo para VALORARTEblog.com
“Si quieres conocer el pasado entonces mira tu presente que es el resultado. Si quieres conocer tu futuro mira tu presente que es la causa” Buda
Foto: fotolia.com