Nos enseñan matemáticas, lengua, idiomas, historia. Aprendemos a montar en bicicleta, a patinar, a jugar fútbol y básquet. Nos hacemos conscientes de que para pagar las cuentas necesitamos trabajar, para tener salud alimentarnos bien, para estar en forma hacer ejercicio… pero a nadie se le ocurre enseñarnos la lección más importante de la vida. Wooow que diferente serían nuestras relaciones afectivas si comenzáramos aprendiendo que para amar y ser amados primero debemos amarnos.

Actualmente atiendo a muchas personas que se quejan por soledad, por no ser correspondidas o por sentir que sus relaciones de pareja son un desastre. Hoy me gustaría hacer especial énfasis en que lo que hay afuera es la proyección de lo que hay dentro de cada uno. Suena duro y en ocasiones nos resistimos a verlo, pero aunque la idea no nos guste, es cierta, y por lo tanto la única forma de que eso del exterior que no nos gusta desaparezca, es corrigiéndolo en nuestro interior.

En los dos artículos anteriores “Mi pareja mi espejo” y “Acercándonos al significado de la palabra Amor”, hablamos acerca de las características de una relación sana y de cómo nuestra relación de pareja es un reflejo de la relación que tenemos con nosotros mismos. En pocas palabras la persona con la que elegimos compartir es la herramienta más valiosa que tenemos para remediar nuestros errores y evolucionar.

Si no me comprometo conmigo mismo, nadie se comprometerá conmigo; si no me valoro, nadie me valorará; si me menosprecio, seré menospreciado; si me maltrato, seré maltratado… ahora bien, todo lo anterior es el resultado de no saber amarnos, por esta razón cuando lo logremos tendremos la capacidad de amar, y por ende de ser amados.

Solemos centrarnos en la búsqueda de la pareja con el fin de evadirnos y evadir lo que no nos gusta de nuestra realidad, queremos alguien que nos haga felices; ¿acaso no podemos ser felices por nosotros mismos? Como resultado muchas relaciones hoy en día estén basadas en la necesidad de recibir, la posesión, la exigencia, el interés, la dependencia y el apego.

Me gustaría que respondiéramos las siguientes preguntas y reflexionáramos por un momento. Las respuestas serán para nosotros, es importante que seamos muy sinceros porque solo de esta manera podremos poner correctivos.

1ª Fase Amor propio

¿Crees que muestras amor por ti cuando…

  • mendigas cariño o afecto?
  • haces cosas que no te gustan por agradar?
  • actúas de forma distinta para gustar?
  • tu estado de ánimo depende del otro?
  • no te das tu espacio?
  • priorizas a los demás sobre ti?
  • te alimentas mal o dejas de comer?
  • te dices que estás tonta/o, gorda/o, fea/o o te sientes menos?

Si la mayoría de tus respuestas fueron Sí, está claro que tu nivel de autoestima y amor propio es deficiente. Cada intención, pensamiento o acción negativa que tengas hacia ti mismo mina tu autoestima y te aleja del amor propio.

2ª Fase Amor por el otro

En cuanto a tu pareja, ¿Algunas veces…

  • le pides que haga cosas que no le gustan para tu sentirte satisfecho?
  • pones la responsabilidad de tu estado de ánimo en él/ella?
  • das esperando un comportamiento o respuesta determinada?
  • no respetas su espacio?
  • intentas controlar a tu pareja?
  • eres posesiva/o?

Si la mayoría de las respuestas de la primera parte fue afirmativa, muy posiblemente la mayoría de tus respuestas en la segunda fase lo sea también. Esto sucede porque al no tener amor propio nos apegamos a los demás con el fin de recibir lo que no hemos sido capaces de darnos. Algunos ejemplos de lo que buscamos en la pareja son seguridad, bienestar, cariño, respeto, compañía, etc.

La disfunción está en que esta actitud en vez de fomentar en el otro las ganas de estar a nuestro lado, fomenta la necesidad de huir debido al peso y la responsabilidad que ponemos sobre sus hombros.

Recordemos que recibimos no solo lo que damos a los demás, sino también lo que nos damos a nosotros. Preguntarnos ¿qué estamos dando? y ¿qué nos estamos dando? nos ayudará a entender por qué nuestras relaciones son como son. Cada uno tendrá que analizar su caso particular.

El amor es alimento para el alma, si esta está vacía y anhelante atraerá a alguien similar. Cuando logramos satisfacer nuestras necesidades, somos felices por nosotros mismos, nos respetamos y cuidamos; automáticamente nos hacemos correspondientes con una persona que al estar llena también pueda y desee compartir.

El primer paso para ser altruistas y lograr dar sin esperar nada, es estar colmados. A mayor amor propio más capacidad de dar amor a los demás. Jesús dijo “Ama a los otros tanto como te amas a ti mismo”. Entonces observa cómo estás «amando» al otro y sabrás si te amas a ti.

Muchas de las relaciones de hoy en día se cimentan en el egoísmo precisamente porque estamos tan carentes, que lo único que podemos ofrecer es un espacio vacío. Pero atención, nadie diferente a ti podrá llenarlo.

Descubrir qué es lo que nos hace falta no es tan difícil, simplemente tenemos que auto-observarnos objetivamente y decirnos la verdad por dura que sea. En el próximo artículo haré un ejercicio práctico para que identifiquemos nuestras carencias y al hacerlas conscientes, podamos sanarlas.

¿Quieres amar y ser correspondido? Entonces comienza amándote a ti, no pongas en manos de nadie tu equilibrio emocional o felicidad porque ese es el primer síntoma de auto maltrato. Solo estando plenos podremos ofrecer plenitud y solo entregándola podremos recibirla. 

Despierta ¡ya! eres un ser perfecto y completo. La felicidad y el amor están dentro de ti, déjalos fluir.

«No me conoces me imaginas. solo ves en mí lo que eres tú» Alejandro Jodorowsky

© Escrito por Catalina Lobo para VALORARTEblog.com

 FOTO: FOTOLIA.COM