¿Has sentido alguna vez que eres superior o inferior a alguien? Yo también, de hecho todos experimentamos esta clase de sentimiento porque es parte fundamental de nuestro ego; y que yo sepa, cada ser humano viene con el suyo de fabrica.

No debemos avergonzarnos, pero tengamos en cuenta que la intensidad de estos sentimientos dependerá del tamaño de nuestro ego. La idea de este artículo es que hagamos consciencia de que todos somos iguales. Entendamos que es indispensable trabajar y sanar nuestros complejos para poder relacionarnos con los demás sanamente y construir un mundo mejor. Hagamos el siguiente ejercicio juntos.

Cierra tus ojos, relájate y concéntrate en tu respiración. Inhala contando hasta 7 y exhala de la misma manera, despacio. Cuando hayas logrado aquietar tu mente un poco, “porque la verdad nunca se calla”; Imagina que eres el planeta.

Ahora, sabiendo que eres la tierra, observa la infinidad de células que hay en tu interior, “¿las ves?, ¿son muchas verdad? y aunque desarrollan funciones diferentes todas son igual de importantes”.

Para poder sobrevivir tienen que mantenerte saludable, por esto trabajan en equipo y se apoyan unas a otras. Funcionan en armonía perfecta, ninguna tiene la sensación de ser mejor que la otra, saben que lo que las mantiene vivas es la comunión, el respeto y el amor que se profesan sin importar su origen, función, simetría, color, calidad…

       Son conscientes de que compararse podría empujarlas a sentirse mejores o peores y por lo tanto, a autodestruirse generando en ti una enfermedad.

Si nuestras células son conscientes de que son parte de un todo, ¿por qué a los seres-humanos nos cuesta tanto? La respuesta es muy simple, ellas no tienen ego.

Nuestro ego está identificado con la forma y la materia, esta es la razón por la que desde su percepción hay separación “Yo, tú, él, ella, etc.” De ahí viene nuestra necesidad de competir, al tener el concepto erróneo de separación impreso en nuestros mente, creemos que para sobrevivir tenemos que enfocarnos en lo que nos proporciona bienestar individual y en ganar.

Metafóricamente el SER-HUMANO es como un iceberg, el 10 % está en el exterior mientras que el 90 % está bajo el agua.

Ese 10 % es lo que solemos conocer de nosotros, esa parte limitada que es nuestra autoimagen, la necesidad de encajar, de ser reconocido, de ser mejor… A esta la llamaré el HUMANO.

El 90 % restante es la consciencia, nuestra esencia verdadera, nuestro potencial real. Ese que no exploramos porque al estar identificados con la forma deja de ser importante, y entonces lo mantenemos oculto. Me atrevería a decir que ni nosotros mismos lo conocemos. A este lo llamaré el SER.

Hemos enfocado toda nuestra atención en el humano, en la materia, en el ego y le hemos dado el poder de dirigir nuestra vida. Nuestros conceptos mentales son los que determinan cómo interpretamos el mundo y cómo nos comportamos con las personas que nos rodean.

Cuando conocemos a alguien nuestro ego hace un escaneo de la persona que tenemos en frente. ¿Parece importante o no?, ¿en que trabajará?, ¿me podrá aportar algo?, ¿es guapo/a o feo/a?… sin siquiera haber hablado, ya hemos hecho nuestra propia interpretación de a quién tenemos enfrente a través de nuestros conceptos. Esa interpretación, nos llevará a tener un actitud determinada frente al otro.

En base a nuestras creencias y conceptos mentales lo percibiéremos como superior o inferior. La posición social, la belleza, el éxito, la educación, el poder, las posesiones materiales, los logros profesionales… son algunos de los parámetros que nuestro ego tiene en cuenta para hacer sus clasificaciones.

Cuando nos vemos inferiores podemos desarrollar sentimientos de envidia o dependencia y nuestra autoestima se verá afectada. En el caso de observarnos como superiores, podremos despreciar, subestimar y hasta maltratar al otro. Recordemos que aunque todos caemos en este error, la intensidad de este tipo de conductas y sentimientos está directamente relacionada con el poder que le damos a ese 10 % del que hablamos anteriormente; entonces corregirlo está en nuestras manos.

¿Cuánto tiempo más pensamos vivir en base al humano y olvidándonos del ser?

Comencemos a auto observarnos, concentrémonos en nuestro 90 % y permitamos que nuestra luz salga al exterior. Dejemos que sea el ser quien guíe nuestro camino y de esta forma podremos vernos a todos como iguales. La única manera de establecer relaciones sanas y de crecimiento mutuo es viendo a quien tenemos en frente como lo que es, un igual.

Cada vez que compartiendo con alguien experimentes estos sentimientos negativos, recuerda que todos venimos y vamos hacia el mismo lugar, que somos hermanos, que tú y yo somos seres espirituales en una experiencia material, pero sobre todo recuerda que TODOS SOMOS UNO.

© Escrito por Catalina Lobo para VALORARTEblog.com

«El respeto que das a los demás es un claro reflejo del respeto que te das a ti mismo» Robin Sharma