Muchas veces nos aferramos a ideas, conceptos y comportamientos que creemos nos llevan a la felicidad, pero que si analizamos a profundidad, realmente nos llevan a resistirnos a nuestra realidad alejándonos de la aceptación y empujándonos a la infelicidad.

       En el artículo ¿Quién dirige mi diálogo interior?, expliqué que cualquier pensamiento que nos genere sensaciones, sentimientos, emociones, impulsos, etc. que dejen paz en nuestro interior han nacido en nuestra consciencia; mientras que cualquier pensamiento que genere lo contrario, ha nacido en nuestro ego. Está claro que para poder alcanzar la paz y la armonía debemos sustituir los conceptos que nos contaminan. Evidentemente cada uno de nosotros tendrá los suyos, pero me gustaría que nos concentráramos en los siguientes:

  1. Pensar que mi felicidad proviene de alguien o de algo externo. (Dependencia)
  2. Desear que los demás se comporten como yo pienso que deberían comportarse. (Control)
  3. Permanecer en el futuro. (Expectativas)
  4. Permanecer en el pasado. (Rencor)
  5. Enfocarme en ser mejor que los demás en vez de en ser mejor que mi yo de ayer. (Compararse y competir)

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En el artículo de hoy, estudiaremos el primero.

Saboteador # 1 Pensar que mi felicidad depende de algo o de alguien

          Instintivamente buscamos cubrir las necesidades que son indispensables para nuestra supervivencia y estar en equilibrio. La influencia de la sociedad, la religión y el marketing han confundido a nuestro instinto, empujándolo en ocasiones a perseguir y aferrarse a cosas materiales, circunstancias o a personas en busca de la felicidad.

          Estamos expuestos a una sociedad que nos vende la idea de lograr ser felices cumpliendo unos parámetros establecidos. Por otra parte, los medios nos muestran la felicidad en forma de posesiones, dinero, belleza, éxito, sexo, poder, reconocimiento… Por esta razón, terminamos convertidos en soldados con programaciones unificadas que se entrenan por muchos años en escuelas y universidades para alcanzar dichos estándares, y que cuando sienten que están listos, se enfocan en alcanzar un objetivo tras otro sin encontrar lo que en verdad buscan, SU FELICIDAD.

             Cuando alcanzamos nuestros primeros objetivos sentimos satisfacción, la lástima es que dicha satisfacción es momentánea y cuando deja de producirnos el subidón narcótico, sentimos la necesidad de perseguir uno nuevo. Esto hace que terminemos haciéndonos esclavos de la alegría momentánea que nos producen,;habituándonos a buscar la felicidad en el lugar equivocado.

                  Me gustaría aclarar que vivimos en un mundo que se rige por la materia, debemos alimentarnos, vestirnos, darnos gustos… esto está bien, es parte de nuestra vida. El problema realmente no está en el dinero, en los objetivos o en las pertenecias; el problema está en volvernos esclavos de estos o en enfocar nuestra valía y felicidad en ellos.

                     Conozco gente que no solo se aferra a cosas materiales sino también a personas. Llegan a pensar que si el motivo de su afecto faltara entonces sus vidas no tendría sentido; esto suele suceder mucho en relaciones donde hay vínculos afectivos estrechos. He visto madres destrozadas cuando sus hijos deciden hacer su vida; los seres humanos somos libres, si la persona a quien amamos, desea hacer su vida o simplemente no desea estar a nuestro lado, deberíamos ser capaces de permitirle partir sin perder nuestra alegría. Amor vs Apego

Cuando tenemos sentimientos positivos hacia alguien, deseamos su felicidad inclusive si esta está lejos de nuestro lado.

                  La felicidad no es un objetivo o una meta, no es una pareja o un familiar, no es una posesión o algo material; la felicidad es un estado mental en el que permanecemos plenos y disfrutamos del presente sin juzgar. En el momento en que logramos aceptarnos, valorarnos y amarnos tal y como somos, generamos equilibrio y paz interior.

                  Todo lo anterior nos lleva a aceptar lo que la vida nos proporciona en cada instante sin mostrar resistencia, a disfrutar de cada circunstancia o situación sacando el mayor aprendizaje y por consiguiente a no repetir actitudes que generan resultados negativos.

                    Una persona feliz está tan llena de alegría, positivismo, generosidad, altruismo, buena energía, etc. que su única necesidad es compartirse con los demás entregándoles todo lo bello que posee sin esperar nada a cambio. Esta entrega desinteresada que busca el bien común, hace nacer en nuestro interior una sensación de satisfacción y llenura que yo llamo felicidad.

               Todo lo que es externo a nosotros es impermanente, si ponemos nuestra valía como seres humanos en conseguir una meta y no la conseguimos, nos frustraremos. Si nuestra valía yace en nuestra posición laboral o social, el día que por alguna razón la perdamos, perderemos también nuestro valor. Es indispensable ser conscientes de que lo único que permanece son nuestros buenos actos, buenas decisiones, buenas acciones, buenas intenciones… es ahí donde está nuestro verdadero valor.

Las alegrías, el servicio, la comprensión, el apoyo y el amor que damos a quienes nos rodean serán permanentes.

 

 Al mismo tiempo que trabajas para cumplir tus metas materiales, puedes cultivar tu interior para poder ofrecer lo mejor a los demás y al entorno. Rodéate de buena información, intenta permanecer presente y sobretodo conéctate con tu interior pues es ahí donde encontrarás todo lo que por años has buscado afuera.

Escrito por Catalina Lobo para VALORARTEblog.com

“Te convertirás en aquello en lo que piensas constantemente. Cada día, cada minuto, cada segundo de tu vida estás construyendo tu futuro con tu manera de pensar”. Earl Nigthingale

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