Definiciones de la palabra ENVIDIA

RAE: Tristeza o pesar por el bien ajeno.

IGLESIA CATÓLICA: Sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sean bienes, cualidades superiores u otra clase de cosas tangibles e intangibles.

BUDISMO: Deseo obsesivo por algo que alguien más tiene, en ocasiones existe la intención de privar al otro de lo que se desea.

ORIGEN ETIMOLÓGICO: Del latín invidia, que significa malquerencia, malevolencia, celos, hostilidad y mal de ojo.

 

                     Muchas personas dicen que sienten envidia de la buena, desde mi punto de vista quizás lo que quieran decir es que sienten admiración, que desean imitar a alguien, o posiblemente que se han marcado un propósito para alcanzar algo que les gustaría disfrutar. Lo que está claro es que la envidia no es positiva y que al único que afecta es a quien la siente.

               Ninguno de nosotros estamos exentos de sentir el veneno de este sentimiento, todos tenemos ego y mientras el ego sea parte de nuestra vida la envidia podrá aparecer. Lo interesante aquí, es que si logramos aceptar que es parte de nosotros, podremos gestionarla y quitarle espacio en nuestras vidas.

 

¿Dónde se origina?

 

              El cuento de Blanca Nieves es la descripción perfecta del origen de este sentimiento, si te das cuenta, la reina pregunta diariamente al espejo:

Espejito espejito, ¿quién es la más bella del reino?

A lo que este responde:

—tú.

El día en que aparece la princesa, la reina como es costumbre hace la misma pregunta, a lo que el espejo responde:

—Blanca Nieves.

                            La reina es un ser humano como nosotros, el espejo es su ego. Al aparecer la princesa, la reina se ve invadida por el miedo a no ser querida, a no ser lo suficiente; y entonces, se llena de un enorme complejo de inferioridad que la lleva a sentir envidia y a transformarse en una bruja espantosa.

                        Todo lo que ha sucedido ha nacido en su mente, en su imaginación; ella misma se ha menospreciado al compararse, al desear ser la única, y ha terminado por autodestruirse eliminando su belleza y entregándose a las garras de su ego.

                            La manera en la que se ha desarrollado nuestra cultura y sociedad, nos lleva a compararnos con quienes están a nuestro alrededor constantemente. Todo comienza con el sistema educativo que aunque nos enseña muchas cosas valiosas e importantes, corrompe nuestra mente instaurando en nosotros la semilla de la comparación. «Compararse, Veneno Silencioso».

                       El sistema de calificaciones nos hace adictos al reconocimiento. A quienes sacan malas notas se les repite constantemente que no serán nadie en la vida; lo que yo me pregunto es: ¿nadie para quién?, ¿para el profesor?.. Quienes sacan buenas notas se convierten en esclavos de la “perfección” y escribo la palabra entre comillas porque la perfección como tal no puede cumplir unos parámetros determinados o establecidos por alguien. Cada uno de nosotros tiene unas habilidades y aptitudes, si todos fuéramos buenos para lo mismo no sobreviviríamos como especie.

“Lo que para mi es perfecto, posiblemente para ti no lo sea”

                     Todo esto crea en nosotros una necesidad de ser mejores que los demás, esta idea, nos aleja de potencializar nuestras aptitudes. Al compararnos con el otro nos olvidamos de la posibilidad de auto mejora que tenemos. Es mejor, compararnos con nuestro yo de ayer y evitar concentrarnos en cosas o actividades para las que posiblemente no seamos tan buenos.

                      El marketing nos bombardea con imágenes de alcanzar la felicidad a través de las posesiones. Permanecemos enfocados en el exterior olvidando lo que importa y lo que realmente podemos transformar, nuestro interior. Nos llenamos de ideas mentales que sugieren que cuando alcancemos determinadas cosas seremos felices, comenzando a girar en un círculo vicioso pues cada vez que alcanzamos algo y nos percatamos de que no nos produce la felicidad esperada, nos repetimos nuevamente la misma frase pero con una meta distinta.

Dejamos pasar nuestra vida por nuestras narices sin hacernos conscientes de que el único lugar donde encontraremos la felicidad, es dentro de nosotros.

 

¿Cómo gestionarla o evitarla?

 

Aceptarla

                   Para cambiar algo, es indispensable aceptarlo y reconocer que está ahí. La envidia genera en nuestro interior un estado de malestar e insatisfacción, y en los casos que se agrava, rabia hacia los demás. Cuando identifiquemos este tipo de sensaciones, no las neguemos; simplemente preguntémonos: ¿por qué las estamos sintiendo? y ahondemos en el sentimiento. Esto impedirá que crezca y se salga de control.

 

Permanece Alerta

             Cuando la hemos aceptado, pierde poder, se calma, pero si nos distraemos regresará. Permanezcamos atentos y cuando volvamos a sentirla, repitamos la pregunta anterior y revisemos nuestra respuesta.

 

Valora

                    Estamos vivos, podemos respirar, saborear, ver, oler, tocar, compartir, disfrutar. Comencemos a valorar lo simple, disfrutemos de todo y de todos, analicemos nuestras condiciones de vida y nos daremos cuenta que somos seres completamente favorecidos.

 “No es más rico quien más tiene sino quien menos necesita”

 

Evita compararte

                     Somos perfectos tal y como somos, tenemos mucho que ofrecer; «la belleza está en los ojos de quien observa». Lo que para unos es bello, para otros puede que no, lo que para unos es bueno, para algunos no lo será.

 

Cuando alguien nos parezca admirable o deseemos alcanzar algunas de las cosas que ha logrado, no nos comparemos ni nos sintamos inferiores. No permitamos que nuestro ego cree mentalmente imágenes que no son reales y que nos envenenan. Mejor, imitemos su comportamiento o pidámosle que nos enseñe a llegar a donde queremos llegar. Concentrémonos en ser mejores que ayer en vez de en ser mejores que los otros. Enfoquemonos en encontrar nuestra felicidad para poder compartirla con los demás, valoremos la posibilidad de vivir y de disfrutar todo lo que la vida nos ofrece. No nos distraigamos pensando en lo que no tenemos, porque solo dejaremos de percibir y disfrutar lo que sí tenemos, entreguémonos al flujo de la vida y…

DISFRUTEMOS CADA DÍA COMO SI FUERA EL ÚLTIMO.

 

© Escrito por Catalina Lobo para VALORARTEblog.com

 

“Un hombre dijo a buda: “Yo quiero felicidad”. Buda le contestó: “Primero retira el yo, eso es ego. Después retira el quiero pues es deseo”. Ahora solo te queda Felicidad”

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