Un maestro japonés recibió cierto día la visita de un erudito profesor en la Universidad, venía buscando respuestas, aunque había alcanzado sus metas no era feliz.
El maestro sirvió el té al visitante. Colmó hasta el borde la taza de su huésped, y entonces, en vez de detenerse, siguió vertiendo té sobre ella con toda naturalidad.
El erudito contemplaba absorto la escena, hasta que al fin no pudo contenerse más.
– Está ya llena, No siga por favor.
– Como esta taza –dijo el maestro- estás tú lleno de tus propias opiniones y creencias, ¿Cómo podría enseñarte algo nuevo a menos que vacíes primero tu taza?
Al nacer somos inocentes, libres de conceptos mentales o creencias limitantes, nuestra mente es un espacio en blanco que se dispone a recibir y a aprender. A medida que comienza nuestro camino vamos acumulando información, creencias y conceptos sobre la vida que están determinados por nuestra Percepción. Esta toma forma a partir de todos los impulsos familiares, religiosos, sociales culturales, educativos etc. a los que nos vemos expuestos.
Nuestra interpretación del mundo y de nosotros mismos, depende de todos los conceptos mentales que se van instalando en nuestra mente a través del tiempo.
En varios artículos hablo sobre cómo la realidad que vivimos es una proyección de lo que hay en nuestro interior, es decir, que todas nuestras vivencias se generan a partir de los conceptos mentales que tenemos. Analógicamente somos proyectores que generan una imagen.
¿Podremos cambiar nuestra realidad cambiando nuestra información mental?
La respuesta es ¡SÍ!.
Hace algunos años una persona muy importante para mí, me preguntó:
-¿Te valoras a ti misma?-, a lo que respondí enérgicamente, –claro que sí-, tras un corto silencio, mi interlocutor preguntó: –¿en qué crees que radica tu valor como ser humano?– En ese momento lo primero que vino a mi cabeza fue: –“soy inteligente, he estudiado mucho, tengo un excelente trabajo, soy joven y guapa, me gusta el deporte…”-, de repente, me percaté de que las características a las que estaba dando valor eran todas externas, habían sido adquiridas, en resumen, eran parámetros que socialmente establecían la valía de una persona en el mundo material. Esclavizados por lo Yo Quiero
Supe que todo lo que creía que me hacía “VALIOSA”, eran simplemente características variables e impermanentes en el tiempo. Me hice consciente de que quien me valorara por todo lo anterior, dejaría de valorarme el día que alguna de esas características desapareciera. Algún día envejecería, algún día habría alguien más inteligente o más guapa que yo, alguien tendría más títulos o posesiones y por lo tanto mi valía no podía seguir sosteniéndose en factores y parámetros externos. Ese día comencé a buscar en mi interior con el fin de encontrar lo que realmente me hacía valiosa. Amor Propio
Cuando tu valía radica en lo externo en vez de en lo interno, te conviertes en el esclavo de lo que según tus creencias genera valor. La aceptación, aprobación o cariño que recibas será temporal, pues cuando lo que valoren de ti ya no sea valioso o haya algo mejor, esa aceptación, cariño o reconocimiento desaparecerá.
En el cuento Zen, observamos que si nuestra mente está llena, no podremos recibir más información, pero siempre podremos sustituir la que no nos sirva. El reto es identificar qué creencias y conceptos ocasionan dolor, sufrimiento o frustración, para poder llenar ese espacio con nuevos conceptos que nos traigan paz, felicidad y nos lleven a generar resultados positivos.
Si sustituimos la falsa creencia de que valemos por lo que poseemos y nos enfocamos en valer por lo que somos en nuestro más profundo ser, nos sentiremos libres y permitiremos que los demás sean libres en nuestra presencia, todo lo que recibamos y demos a nuestros semejantes será real y permanecerá a lo largo del tiempo.
Nos enseñan que seremos aceptados por ser bellos, exitosos laboralmente, intelectuales, adinerados, con posesiones, con títulos… la disfunción está en que a nadie se le ocurre enseñarnos que lo realmente importante es nuestra esencia, todo lo bello de nuestro ser que podemos entregar a los demás de forma altruista, todo lo que realmente es permanente; como la alegría, el entusiasmo, la autenticidad, la bondad, la generosidad, nuestra luz interior e innumerables características que cada uno de nosotros tenemos. Esos talentos y virtudes que no necesitan ser calificados en una escala o comparados con los de los otros, porque su belleza radica en la diferencia que nos hace a cada uno de nosotros un ser único y especial.
¿Te valoras a ti mismo?, ¿en qué radica tu valía?
Cuando logres ver tu belleza interior tendrás la capacidad de ver la belleza de todos los que se crucen por tu camino, pues tus ojos espirituales se habrán abierto y estos son los ojos de la verdad y de la consciencia. Dejarás de atraer a tu vida gente malsana, interesada o inconsciente que aún está cegada, y lograrás conectarte con los demás desde tu ser y no desde tu ego, ese que se apega a lo único que puede ver, a la materia que esclaviza, consume y enferma.
Si sientes que tu valía yace en lo efímero, el valor que te den los demás será efímero también pues estará cimentado en algo irreal.
Pregúntate hoy quién eres y en qué estás enfocando tu valía, siendo sincero contigo mismo analiza si vales por eso que crees que te da valor. Si te das cuenta que estás equivocado, sustituye esa creencia falsa y comienza a cultivar en ti el ser en vez del ego, el interior en vez del exterior y podrás ser amado y aceptado realmente por todos los que se crucen por tu camino.
“El planeta no necesita más gente “exitosa”. El planeta necesita desesperadamente más pacificadores, restauradores, contadores de historias y amantes de todo tipo”. DALAI LAMA
Muchas gracias por compartir Catalina, en éste caso valoraría mucho tu generosidad🎁
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A quienes tengo que agradecer es a todas las personas que como tú, disfrutan mis palabras. Son ustedes quienes le dan vida a lo que más me apaciona en el mundo:
Escribir y compartir mis experiencias con todos los que al igual que yo, deseamos vivir en paz y armonia.
¡Gracias, gracias y gracias!
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