Para quienes estamos ubicados en el hemisferio norte del globo terráqueo o de la madre tierra como sabiamente la llaman los indígenas, el 21 de Marzo la noche y el día tienen la misma duración, aquí comienza la primavera que trae consigo la oportunidad de renacer, de construir y de aprovechar el aprendizaje obtenido de las vivencias de los ciclos anteriores.
La energía del verano propicia el desarrollo de las semillas que nacen en la primavera, el otoño se constituye como el momento perfecto para concentrarnos y analizar si las semillas que hemos sembrado han sido las adecuadas o no, y el invierno nos permite acumular todas las experiencias que han sido buenas para nosotros y que han traído aprendizaje, permitiéndonos desechar o permitir que muera, todo lo que no ha sido provechoso para no repetirlo en el nuevo ciclo que se inicia.
¿Cómo aprovechar la energía de la primavera?
El fuego rige esta estación, es él quien ayuda al Ave Fénix a transformarse y renacer de sus cenizas. Ahora, nosotros, igual que el Fénix comencemos nuevamente. Esta época, es tiempo de regocijo; el sol y la naturaleza están en su mayor esplendor, están entregando, expandiéndose y compartiendo. Por esto, si logras aquietar tu mente y conectarte con la energía de la vida y del planeta, podrás escuchar como los pájaros muestran su dicha a través del canto, veras la belleza de los árboles y las plantas que se expresan a través de la forma y el color, tendrás la oportunidad de sentir cómo el sol te impregna con su energía de vida entregándote la magia de la luz y el calor.
Nosotros somos también parte de la tierra, seres fundamentales para su funcionamiento, por lo tanto tenemos la oportunidad de abrir nuestro interior y sacar lo mejor de nosotros para darlo al entorno. Es nuestro momento de florecer, de ofrecer y de sacar nuestra luz, este es un periodo que nos invita a interactuar con los demás y con la naturaleza aprendiendo de todo y de todos, es nuestra oportunidad para conectarnos y sentir.
Sentimiento de desconexión
Los seres humanos hemos crecido con la falsa creencia de estar separados unos de otros y desconectados del universo, lo que desde mi punto de vista está bastante alejado de la realidad. En La Magia de la Aceptación en las Relaciones, utilizo la siguiente analogía:
«Imaginemos que la tierra es un gran cuerpo y todos nosotros sus células»
Estamos conectados no sólo con los demás seres humanos, sino con todo lo que nos rodea; pero estamos tan ocupados compitiendo, intentando tener más pertenecías o más éxito, que nos distraemos de la realidad, esclavizándonos con la materia, perdiendo nuestra sensibilidad y experimentando un sentimiento de desconexión con nuestro entorno, que se traduce en una sensación de vacío interior.
Reconectándonos con El Todo
Seguro que todos nosotros en algún momento de nuestras vidas, hemos tenido la posibilidad de sentir la conexión con El Todo; hablo de sentir, porque aunque esta existe y es parte de nosotros, no estamos conscientes de ella todo el tiempo.
Cuando por fin logramos sentirla, nace en nuestro interior un sentimiento de real paz y quietud tanto mental como física, una sensación de plenitud invade nuestro cuerpo, y en este instante, no necesitamos ni añoramos nada, el hecho de estar ahí nos da satisfacción, equilibrio y cualquier sentimiento o sensación de polaridad negativa desaparece mágicamente. Estos momentos suelen tener una duración corta, nuestra mente en vez de permanecer en el presente, viaja entre el pasado y en el futuro permitiendo que el reloj y el tiempo se adueñen de nuestras vidas. La idea no es flagelarnos ni obligarnos a sentirnos conectados, lo único que lograríamos con esto sería desconectarnos aún más, pero podemos comenzar de la siguiente manera:
Conéctate contigo mismo
Regálate unos minutos al día, puedes empezar con periodos de tiempo cortos e ir aumentando poco a poco. En estos momentos de soledad es donde comienzas a encontrarte contigo mismo, a conectarte con tu cuerpo, a sentirte, y este es el primer paso para poder enlazarte con el entorno. Intenta no buscar compañía en el móvil, las redes sociales o la tv, permítete estar contigo y con nadie más.
Aquieta tu mente
La mejor manera, es aceptar que estás en este momento y que las circunstancias que te rodean son como son, no te preocupes por nada, recuerda que te estas dando estos minutos para estar en paz, hazte consciente de que tienes todo lo que necesitas, estás vivo, puedes respirar, sentir, comienza a percibir todo lo que te rodea, los sonidos, los olores, lo que ves.
Respiración consciente
Solemos respirar sin darnos cuenta de lo que sucede en nuestro interior, el aire es el alimento más importante para el ser humano; de él, tomamos la energía de vida del exterior, inhalando absorbemos energía renovada para que circule por nuestro cuerpo y exhalando expulsamos todo lo que no necesitamos abriendo espacio para una nueva inhalación ¿Has visto cómo respiran los bebés o los niños?, cuánta sabiduría y belleza muestran; si tienes la oportunidad de tener un bebé o un niño cerca, pon tu mano en su abdomen y siente cómo se infla al inhalar y se contrae con cada exhalación, la respiración abdominal nos relajará y aquietará nuestra mente.
Puedes realizar este ejercicio las veces que quieras, tu cuerpo comenzará a pedírlo a medida que vayas generando una conexión con lo que te rodea, intenta no sentir miedo ni ansiedad, solo permítete estar presente, avanzando en este proceso podrás comenzar a meditar si así lo deseas.
Reconectarte con el entorno te dará toda la energía que necesitas para estar atento a tus acciones, actitudes e intenciones, y por consiguiente sembrar semillas poderosas para ti y todo lo que te rodea.
Sintiendo y generando desde la quietud y la presencia, no necesitarás nada y querrás entregar todo.
Sé feliz y disfruta de tu renacer